La primera vez que tuve contacto con Joaquin Sabina fue cuando, en tiempos de la universidad veía en el Metro carteles anunciadores de conciertos de Mandrágora, trio formado por Joaquin Sabina, Javier Krahe y Alberto Pérez, allá por finales de los años setenta.
Pero fue con "sobran los motivos" cuando paladeé con gusto al compositor, al cantautor y al poeta, no siempre autor en solitario y muchas veces, como en ésta, coautor de los temas con Pancho Varona, al que luego he seguido en sus colaboraciones radiofónicas.
No hay por menos que incluir la letra de esta preciosa canción....
Cuando se despertó,
no recordaba nada
de la noche anterior,
“demasiadas cervezas”,
dijo, al ver mi cabeza,
al lado de la suya, en la almohada…
y la besé otra vez,
pero ya no era ayer,
sino mañana.
Y un insolente sol,
como un ladrón, entró
por la ventana.
El día que llegó
tenía ojeras malvas
y barro en el tacón,
desnudos, pero extraños,
nos vio, roto el engaño
de la noche, la cruda luz del alba.
Era la hora de huir
y se fue, sin decir:
“llámame un día”.
Desde el balcón, la vi
perderse, en el trajín
de la Gran Vía.
Y la vida siguió,
como siguen las cosas que no
tienen mucho sentido,
una vez me contó,
un amigo común, que la vio
donde habita el olvido.
La pupila archivó
un semáforo rojo,
una mochila, un peugeot
y aquellos ojos
miopes
y la sangre al galope
por mis venas
y una nube de arena
dentro del corazón
y esta racha de amor
sin apetito.
Los besos que perdí,
por no saber decir:
“te necesito”.
Y la vida siguió,
como siguen las cosas que no
tienen mucho sentido,
una vez me contó,
un amigo común, que la vio
donde habita el olvido.
no recordaba nada
de la noche anterior,
“demasiadas cervezas”,
dijo, al ver mi cabeza,
al lado de la suya, en la almohada…
y la besé otra vez,
pero ya no era ayer,
sino mañana.
Y un insolente sol,
como un ladrón, entró
por la ventana.
El día que llegó
tenía ojeras malvas
y barro en el tacón,
desnudos, pero extraños,
nos vio, roto el engaño
de la noche, la cruda luz del alba.
Era la hora de huir
y se fue, sin decir:
“llámame un día”.
Desde el balcón, la vi
perderse, en el trajín
de la Gran Vía.
Y la vida siguió,
como siguen las cosas que no
tienen mucho sentido,
una vez me contó,
un amigo común, que la vio
donde habita el olvido.
La pupila archivó
un semáforo rojo,
una mochila, un peugeot
y aquellos ojos
miopes
y la sangre al galope
por mis venas
y una nube de arena
dentro del corazón
y esta racha de amor
sin apetito.
Los besos que perdí,
por no saber decir:
“te necesito”.
Y la vida siguió,
como siguen las cosas que no
tienen mucho sentido,
una vez me contó,
un amigo común, que la vio
donde habita el olvido.
Muy linda cancion!
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