El trabajo de Carlos Cano, inequívocamente aliado del andalucismo y de la oposición al franquismo, fue fundamental para reivindicar la copla andaluza como autentica canción popular. Su camino luego ha sido seguido por un buen número de interpretes que han vuelto a colocar a la copla en le lugar que merece.
Aporto la letra de la canción, como ejemplo de poesía musical que, del mismo modo que ocurre con los boleros, puede redondear una historia con un contenido poético nada desdeñable.
Igualmente aporto el video de la versión de Carlos Cano, actual, y la grabación de Imperio Argentina como ejemplo de cómo fue concebida la obra originalmente.
Gitana, que tú serás
como la falsa monea,
que de mano en mano va,
y ninguno se la quea...
Que de mano en mano va,
y ninguno se la quea.
Cruzó los brazos
pa no matarla.
Cerró los ojos
pa no llorar.
Temió ser débil
y perdonarla,
y abrió la puerta
de par en par...
Vete, mujer mala.
Vete de mi vera.
Rueda lo mismito
que la maldición.
Que Undivé permita (1)
que el gaché que quieras, (2)
tus quereres pague
pague tus quereres,
con mala traición...
Gitana, que tú serás
como la falsa monea,
que de mano en mano va,
y ninguno se la quea...
Que de mano en mano va,
y ninguno se la quea.
Besó los negros
zarcillos finos (3)
que allí dejara
cuando se fue,
y aquellas trenzas
de pelo endrino, (4)
que, en otros tiempos,
cortó pa él.
Cuando se marchaba
no intentó mirarla,
ni lanzó un quejío,
ni le dijo adiós.
Entornó la puerta,
y, pa no llamarla,
se clavó las uñas,
se clavó las uñas
en el corazón...
como la falsa monea,
que de mano en mano va,
y ninguno se la quea...
Que de mano en mano va,
y ninguno se la quea.
Cruzó los brazos
pa no matarla.
Cerró los ojos
pa no llorar.
Temió ser débil
y perdonarla,
y abrió la puerta
de par en par...
Vete, mujer mala.
Vete de mi vera.
Rueda lo mismito
que la maldición.
Que Undivé permita (1)
que el gaché que quieras, (2)
tus quereres pague
pague tus quereres,
con mala traición...
Gitana, que tú serás
como la falsa monea,
que de mano en mano va,
y ninguno se la quea...
Que de mano en mano va,
y ninguno se la quea.
Besó los negros
zarcillos finos (3)
que allí dejara
cuando se fue,
y aquellas trenzas
de pelo endrino, (4)
que, en otros tiempos,
cortó pa él.
Cuando se marchaba
no intentó mirarla,
ni lanzó un quejío,
ni le dijo adiós.
Entornó la puerta,
y, pa no llamarla,
se clavó las uñas,
se clavó las uñas
en el corazón...
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