No obstante, es la versión de Santana la que me harté, la que escuché hasta la saciedad en mi adolescencia. Es la portada de ese discola que vi mil veces; ese disco que, incomprensiblemente en la España de entonces, mostraba los cuerpos de dos mujeres desnudas prácticamente si mutilar. Y es esta versión la que me hizo acercarme a la guitarra de Carlos Santana, tan reconocible. Única.

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